miércoles, 29 de mayo de 2013

"La guerra contra el narco está perdida"

El economista mexicano Manuel Suárez-Mier, economista, especialista en economía del crimen, conversó con el Periódico sobre las distorsiones que se generan en la producción y las relaciones de un país cuando el dinero ilícito reina.
¿Qué tipo de distorsiones genera el crimen en la economía de un país?
– Este tipo de distorsiones fueron más notables en Colombia. Por ejemplo, con los enormes ingresos generados por la producción de cocaína, es decir, todos esos dólares que entraron a ese país provocaron una apreciación en el tipo de cambio, lo cual hizo que la compra se volviera más cara y complicada la venta. Sucedió en la exportación de productos, principalmente del café

¿Qué otro tipo de desórdenes genera?
– Genera una serie de distorsiones en las personas desempleadas. De pronto ve que estos “cuates” totalmente incompetentes andan en automóviles de lujo. Esto genera una distorsión grave y crea una atracción de capital humano que se dedicarían a otro tipo de actividades lícitas y que se ven tentadas a ingresar a una actividad ilícita mejor remunerada.

¿Qué provoca el lavado de dinero en la economía de un país?
– Este provoca otra serie de distorsiones en negocios particulares que son generadores de efectivo como: hoteles, distribuidoras de automóviles, etcétera. Y crea presión de corrupción, no solo en el Gobierno, sino en los bancos porque de pronto parte del negocio del lavado es seguir el dinero de un lugar a otro, de un país a otro, de una plaza a otra, y por eso al HSBC lo pescaron por andar facilitando este tipo de acciones de lavado de dinero en México y le impusieron una multa.

¿Es posible saber cuánto afecta a la economía nacional?
– A nivel macroeconómico no lo sabemos, es decir, el ¿cómo afecta al Producto Interno Bruto (PIB)? Debe andar en un rango entre el 1,5% y el 3%, pero es una interrogación.
Ahora bien, en Centroamérica y México no teníamos ningún problema de trasiego, lavado, o ese tipo de cosas, hasta que los EE. UU. tuvo éxito al cerrar el ingreso de drogas por Miami, en la ruta del Caribe. Luego se vinieron para México. Y una de las políticas durante el gobierno de Felipe Calderón fue volverles caro el negocio a los narcos, para que se fueran a otro lado. Y lo que sucedió fue que otros países, sin una intención, resultaran perjudicados; se vinieron para Guatemala. Siempre he dicho que el análisis económico nos dice que en la medida que haya demanda habrá oferta y todos los recursos que se destinen no rendirán frutos; es una guerra perdida.

¿Qué alternativas existen para contrarrestar el narcotráfico?
– Hay que tener prioridades claras, no solo son las drogas. Es una economía ilícita que incluye tráfico de personas, armas, dinero, órganos humanos; hay que legalizar aquello que afecta al que lo consume libremente, pero hay otras cosas que no podemos aceptar, como la esclavitud. Hay que concentrarnos en lo que no podemos aceptar y legalicemos aquello que solo afecta al usuario final; si es legal quitas incentivos para el consumo; se puede regular, ponerle impuestos, se debe tratar como un problema de salud y no policíaco.

Colombia ha cambiado según se percibe a nivel internacional, ¿qué hizo?

– La producción de drogas en Colombia no ha cambiado, lo que se redujo fue la violencia y se restauró la paz en las ciudades. El énfasis, el tratamiento duro que planteó el expresidente Álvaro Uribe ayudó mucho a cambiar de cuajo el escenario de los carteles y su forma de operar. Priorizaron combatir la violencia más que el narcotráfico.

¿La violencia que se genera actualmente espanta las inversiones?
– Por supuesto, y no solo eso, las vuelve más caras, ya que se deben proteger las instalaciones y a los ejecutivos; es un proceso que perjudica mucho a los países. Genera unos incentivos perversos y saca a las empresas de un esquema competitivo internacional porque, por ejemplo: el café guatemalteco ya tiene una carga de pagos por seguridad que no tienen en otras partes y eleva su precio. El crimen organizado tiene consecuencias económicas graves, pero nos dicta que las dos variables fundamentales para atacar el crimen es subir el costo creando penalidades y castigos más estrictos, y elevando la probabilidad de captura, algo que en nuestros países es muy remota.

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